Liderazgo sin principios… ¿es posible?

Liderar un equipo, un proyecto, una empresa o nuestra propia vida sin apuntalarlo en unos principios que nos guíen está condenado al fracaso…

¿o quizás no?

Yo comulgo con la frase anterior, aunque también reconozco que la velocidad con la que suceden las cosas en la vida es directamente proporcional a la inconciencia de algunas decisiones que tomamos en nuestro día a día.  Es lo que llamo liderazgo exprés o liderazgo tic-tac: ¡el tiempo apremia, todo vale!

Lo anterior no nos exime de la responsabilidad de lo que decidimos, igual que somos responsables de los errores en nuestra declaración de la renta, aunque no tengamos ni idea de impuestos y la haya hecho un tercero.

Groucho Marx decía: “estos son mis principios. Si no les gustan tengo otros”. Seguro que esto nos hace sonreír, pero estamos perdidos si decidimos ponerlo en práctica: nos cargamos nuestra credibilidad.

Me gusta validar y poner en cuestión mis creencias y valores permanentemente. Esto me ayuda a estar alerta y a constatar que mi camino personal y profesional va por donde deseo. Eso no significa que los esté cambiando constantemente, solo los reviso, y si creo que hay que cambiar algo entonces empiezo a diseñar el plan de acción.

Cuestiona tus creencias y valores by David Quesada

 

Parar y tomar conciencia de las cosas, de lo que estamos haciendo bien y de lo que no, es la base de todo. Cuando somos conscientes, todo cambia. Lo he dicho en varias ocasiones y lo seguiré repitiendo. Parece obvio y sencillo, precisamente por eso solemos olvidarlo y nos dejamos llevar por la corriente de lo que ocurre a nuestro alrededor. Entonces buscamos una falsa justificación que nos hace pensar y decir cosas como: “es que aquí siempre se ha hecho así”, “me has obligado a hacerlo”, “soy un mandado que solo cumplo órdenes de arriba” o “para qué voy a intentar cambiar y gastar mi energía si al final todo son pegas”. Resultado: la motivación al garete.

[bctt tweet=”Parar y tomar #conciencia de las cosas es poderoso: ¿qué hago y por qué? #DesarrolloPersonal” username=”DavidQuesadaR”]

Ahora quiero compartir contigo algo personal de lo que no estoy orgulloso…

Esto me ocurrió hace ya años con una persona de mi equipo: tuve que despedirla de un día para otro tras cuatro años de servicio en la empresa. A mí me hubiera gustado hacerlo de manera programada, tranquila y avisándole con tiempo, pero “las circunstancias” y el entorno inmerso en la desconfianza me forzaron a hacerlo de este modo. Después de hacerlo me sentí fatal. Sentía que otros habían tomado la decisión por mí, pero al final yo era el ejecutor y responsable de las formas, no del fondo, pues ya estaba de acuerdo en llevarlo a cabo. Pero no así.

Falté a uno de mis principios, de mis valores profesionales: la confianza. Actué en base al temor, como suelen actuar muchos directivos a la hora de prescindir de algún colaborador. No digo que no haya casos flagrantes en los que el “despido tranquilo” pueda suponer un peligro para la empresa, que los hay, pero como mínimo hay que valorarlo a conciencia. Siempre que sea posible, yo voto por desvincular ordenadamente.

En otro caso que viví, ocurrió todo lo contrario: me mantuve fiel a mis valores. Desde arriba me aconsejaban prescindir cuanto antes de una persona, por motivos que ahora no explicaré. Incluso sentía peligrar mi posición si no lo hacía.

Tomé una decisión: valorar al colaborador únicamente en base a criterios profesionales y de su rendimiento, buscando también el beneficio para la empresa, lógicamente. Aguanté firme y el tiempo me dio la razón… y lo más importante: actué a conciencia en base a mis principios y valores profesionales. Eso no tiene precio, pues lo contrario te trae estrés, insomnio, preocupación, angustia… A menos que se trate de un directivo sin escrúpulos, que por desgracia parece que hay más de los deseables. Sobre este tema te recomiendo el artículo “El 21% de altos ejecutivos son psicópatas” de André Baken en el blog del CLC – Change Leadership Center. No te dejará indiferente…

Trabajar los valores propios desde la conciencia me ha servido mucho no solo a nivel profesional. Esto me ha llevado a utilizar la Dirección por Valores como una herramienta poderosa para ayudar a otros profesionales y equipos. Se trata de ordenar de forma metódica las propias creencias, valores y atacar los miedos y limitaciones que nos invaden en el complejo mundo de las relaciones profesionales.

¿Y cuáles son mis valores y principios profesionales?

Entre ellos están: la profesionalidad, la confianza, el compromiso, el respeto y el trabajo en equipo. Miro de trabajar siempre en base a ellos y trasmitirlos a mi alrededor. Cuando siento que alguno está en peligro, hago sonar la alarma y me pongo a pensar.

¿Y los tuyos? ¿Eres consciente de los principios en los que se sustenta tu vida profesional? Te invito a confeccionar tu lista y a compartirla…

 

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